La inmensidad del Himalaya te hace sentir minúsculo. Ajenas a cualquier circunstancia, las montañas se alzan intentando romper el techo de nubes y dictando la vida a sus faldas. El paisaje es majestuoso, más cerca del cielo que de la tierra. El desierto convive con la nieve, las personas con los animales y la roca con los glaciares. Son estos últimos, tras fundirse, los responsables de regar los valles con civilización. Así es Ladakh, la región más septentrional del estado indio de Jammu y Cachemira. El fotolibro que toma su nombre pretende abrir una ventana a este territorio desde una mirada sin prejuicios, invitando a los lectores a sumergirse en un viaje a una cultura totalmente opuesta a la occidental. Ladakh consta de cinco capítulos. Los primeros enmarcan a la sociedad en el entorno de la naturaleza y la ciudad, mientras que los últimos se centran en los aspectos más humanos de los habitantes de la zona. Esta división pretende conducir al lector de forma paulatina para que pueda trasladarse a las montañas y abrirse paso hasta las ciudades y los pueblos más remotos del mundo. Cada capítulo viene iniciado por un breve párrafo o frase con una reflexión, a modo de apertura, que pretende situar al lector para las fotografías que va a observar. La selección de imágenes y su disposición en el paginado pretende que la transición desde el paisaje hasta los aspectos más costumbristas sea lo más fluida posible.

Las fotografías presentadas prescinden del color para poder comunicar de forma más sincera el instante capturado. Se trata de un proyecto realizado exclusivamente con medios analógicos combinando 35mm y formato medio donde los carretes se han revelado y escaneado manualmente. La elección de estos aspectos responde únicamente al criterio expresivo del autor. Ladakh se trata de un fotolibro autoeditado cuyo tiraje se ha limitado a 50 unidades. Hablando de aspectos más formales, la obra tiene un tamaño de 16x23 cm aproximadamente y cuenta con 42 páginas a doble cara. La impresión se ha realizado sobre un papel estucado semi-mate con acabado digital. La encuadernación se ha llevado a cabo de forma artesanal y consta de una cubierta blanda de color naranja con letras grabadas en cobre; en ella hay una pequeña ventana circular que muestra la primera fotografía del libro. El diseño exterior intenta emular el color más predominante de la zona representativo de la religión budista. Cada ejemplar está numerado manualmente y se presenta plastificado. En un momento de la actualidad en el que las fotografías se ven casi exclusivamente por pantallas, este fotolibro es una apuesta por devolver al papel el protagonismo que tuvo antaño y ofrecer, al mismo tiempo, una vía alternativa para la exhibición de la fotografía de autor y pequeños proyectos fotográficos.