Enrique Crespo Amesti, natural de Basauri (Vizcaya), fotógrafo autodidacta desde 1974, es uno de los socios fundadores en 2011 de BAE- Asociación Fotográfica de Basauri, de la que fue presidente hasta 2018. Especializado en fotografía de jazz y paisaje, ha realizado también varios trabajos de fotografía de moda (desfiles, catálogos y castings) y colabora habitualmente en temas de hostelería. 

 

“¡Va de jazz!”.  2018. Ayuntamiento de Getxo. Jazz. 2019. Taberna Nagusia – Basauri. 

“¡Va de jazz!”. 2018. Kultur Etxea - San Miguel. Artistas Vascos Pro Refugiados. 2017. Manos Unidas – Bilbao.  

“El paisaje costero de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai”. 1998. Patronato de Urdaibai – Bermeo. 

“La Costa de Urdaibai en imágenes”. 1998. Ayuntamiento de Gernika. 

 

CATÁLOGOS: “Bienvenido otoño”.  Semana de la Moda de El Corte Inglés. Bilbao 2011 y 2012. 

 

A veces las pasiones nos conducen a mostrar lo mejor de nuestra propia personalidad, sobre todo cuando trabajamos en algo que nos apasiona. Este es el caso de Enrique Crespo, que ha reunido sus dos grandes pasiones, la fotografía y el jazz, en la realización de una gran colección de fotografías de excelente factura, algunas de la cuales se muestran en esta exposición, “¡Va de jazz!”. 

 

Este trabajo, que comenzó como una simple afición, se fue convirtiendo poco a poco en la necesidad de obtener unas imágenes que captaran en cada sesión las sensaciones y el ambiente   que genera una música como el jazz. 

 

Después de muchos años de trabajo, su esfuerzo se vio recompensado con el reconocimiento de su obra, en la que se refleja la pasión por el jazz en el País Vasco, pero, sobre todo, en Bilbao. Aunque han sido varios los festivales que ha inmortalizado con su cámara (el de Vitoria-Gasteiz, San Sebastián, Getxo, etc.), fundamentalmente se ha centrado en el Bilbaína Jazz Club, del que era socio y donde ha realizado fotografías que nos trasladan al ambiente de los viejos y románticos locales de jazz de la ciudad de Nueva Orleans, cuna de este género musical.  

 

Las imágenes que nos muestra Enrique en esta exposición son fruto del trabajo y la intuición del artista, captadas todas ellas durante las actuaciones, sin preparativos ni posados específicos para el fotógrafo; todo lo más, algún “robado” con el desconocimiento de su protagonista. Cabe destacar cómo el fotógrafo encuadra el instante del directo mostrando el momento preciso en el que la música y la acción se funden en la imagen, ese segundo que puede pasar desapercibido para la mayoría, pero que queda perpetuado en las fotografías que aquí se exponen.