Desde los inicios de la fotografía, allá por el siglo XIX, han sido muchas las mujeres que se colocaron detrás de una cámara para capturar imágenes, porque, curiosamente, la fotografía era una de las escasas actividades que estaban permitidas a la mujer a finales del S. XIX y principios del XX. No tanto como una forma de expresión artística, sino como una ocupación respetable para ganarse la vida.

Han pasado ya muchos años desde que Amalia López Cabrera (1838-1899) se conviertiera en la primera mujer que instaló un estudio fotográfico, regentado exclusivamente por ella, pero las mujeres no hemos dejado de hacer fotografías, ya sea en el interior de un estudio o en las calles, ya sea como trabajo o como hobby. La puerta que se abrió en el siglo XIX sigue abierta.

Aprovechamos este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, para presentar a las mujeres que forman parte de la Junta Directiva CEF, como un pequeño homenaje a las muchas que fueron, que son y que serán.

Katy Gómez Catalina, a quien la fotografía lleva décadas acompañándola en su viaje por la vida. Katy utiliza la cámara como una herramienta que la conecta de una forma vital y completa con el mundo. Para ella ser fotógrafa es un estilo de vida y un pasaporte para conocer lugares y gentes a las que nunca se hubiera atrevido a abordad sin una cámara entre las manos.

 
Mª Luisa Amaya, a quien la fotografía ha enseñado a apreciar la belleza en los pequeños detalles, a ser más observadora y a capturar esos momentos únicos que de otro modo pasarían desapercibidos. La fotografía le permite explorar nuevas perspectivas e, incluso, descubir aspectos de sí misma que desconocía.
 

Menchu González, desde la infancia la fotografía ha sido una constante en su vida. Habiendo sido modelo con tan solo unas horas de vida, no es extraño que pasara de hojear los álbumes familiares a convertir una pequeña cámara de carrete en su compañera de viaje. Hoy en día, la cámara sigue siendo su compañera inseparable en cada viaje capturando esas experiencias que, al regresar a casa, puede revivir a través de las fotografías.

 
Ana Mas, ver en cada viaje a su padre con la cámara analógica poniendo el modo montaña o el modo flor en función de la toma le hicieron tener claro, desde muy niña que quería ser fotógrafa. Esta profesora de universidad, que imparte diferentes asignaturas de fotografía, todavía hoy, al mirar a través de su cámara, sigue sintiendo ese cosquilleo que la lleva a crear, componer y disfrutar de lo que están viendo sus ojos. Y esa pasión la transmite a sus alumnas y alumnos.

 
Mª José Tarruella, llega a la fotografía en una etapa madura de su vida, que coincide con un momento de estrés profesional. Las caminatas por el entorno natural y la observación de los comportamientos de los insectos, le provocan la necesidad de documentarlos y comienzaa realizar macro de cualquier cosa que el objetivo le permite. La fotografía la ha enseñado a mirar los lugares y los momentos de otro modo.

 
Marta Menéndez, apasionada del arte y su historia, llega a la fotografía ya de adulta, en la era de lo digital, descubriendo que con la cámara también podía contar las historias que le gustaba escribir. Desde la primera vez que tuvo una cámara en sus manos, supo que no había mejor catarsis para los momentos difíciles.